España continúa enfrentando uno de los mayores desafíos estructurales de su economía: el alto desempleo juvenil. A pesar de ciertas mejoras recientes, la tasa de paro entre los menores de 25 años sigue siendo de las más elevadas de Europa. ¿Qué está fallando? ¿Y qué medidas está tomando el Gobierno para revertir esta situación?
El desempleo juvenil en España no es nuevo. Desde la crisis financiera de 2008, el acceso de los jóvenes al mercado laboral ha sido limitado, con contratos temporales, prácticas mal remuneradas y escasas oportunidades de carrera. La pandemia de COVID-19 agravó aún más esta situación.
Con una tasa de paro juvenil cercana al 35%, es una de las regiones más afectadas. La falta de tejido empresarial y las oportunidades formativas limitadas siguen siendo un problema estructural.
El empleo juvenil está especialmente condicionado por la estacionalidad del turismo. La pandemia dejó huella profunda en la generación más joven.
Consciente de la gravedad del problema, el Gobierno ha lanzado varias iniciativas para mejorar el acceso de los jóvenes al trabajo digno y estable:
Una parte clave del plan es la colaboración con empresas privadas y startups para crear oportunidades reales de empleo. Programas como “Digitalízate Joven” ofrecen formación y contratación directa en sectores tecnológicos con alta demanda.
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Suscríbete AhoraExpertos advierten que los cambios deben ser estructurales, no meramente coyunturales. Invertir en educación adaptada al siglo XXI, promover la movilidad laboral entre regiones y reforzar la estabilidad contractual son claves para una solución duradera.